El cultivo de setas puede realizarse sobre madera, ya sea en tronco –con corteza—, astilla o serrín. La diferencia entre una u otra forma de cultivo radica en la facilidad que tiene el hongo para modificar la relación C/N (carbono/nitrógeno) y para aportar nitrógeno y otros elementos que modifican la humedad de este sustrato de cultivo micológico. Con independencia de la forma, la madera adecuada para el cultivo debe tener las siguientes características:

  • la madera empleada debe estar recién cortada (no debe transcurrir más de un mes desde la corta).
  • la corta debe realizarse a finales del invierno, después de la parada vegetativa de las plantas. Tras un período de reserva —en el que las plantas almacenan los nutrientes en la raíces—, llega la reactivación de la savia por toda la planta. Gracias al alto contenido en azúcares de esta, la madera puede proporcionar el alimento adecuado al hongo que la colonizará.
  • la corteza debe permanecer intacta en los troncos de cultivo después de la inoculación ya que ayuda a conservar la humedad necesaria para el desarrollo del hongo. 
  • la madera debe tener albura —tejidos vivos— ya que es donde se transfieren y almacenan las reservas nutritivas de la planta y, por lo tanto, donde el hongo crece con más facilidad. 

Como en otras actividades relacionadas con la naturaleza, es difícil predecir con exactitud el comportamiento de estos cultivos ya que dependen, además de los factores intrínsecos de la madera y del hongo,  de la humedad ambiente y de las temperaturas del lugar. Sin embargo, la utilización de este sistema de aprovechamiento micológico supone una gran posibilidad de observación de estos seres vivos dándole a la huerta o al jardín una dinámica de cultivo ecológico apasionante para los amantes de la micología.

Recolectando shiitake hifas da terra 

 

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