Tuber melanosporum es el nombre científico que empleamos para referimos a la Trufa negra. Aunque su aspecto dista mucho del de un boletus, en ambos casos estamos ante una especie micológica y, en concreto, ante un hongo micorrícico.
Para su cultivo se requieren suelos básicos. Lo recomendable es un pH entre 7,5 y 8,5. Estos indicadores son característicos de las zonas truferas por excelencia como son Sarrión —en Teruel— y Abejar —en Soria —.
La vegetación, intrínsecamente vinculada a las características del suelo, también determina la posibilidad de cultivar este hongo. Las encinas truferas son un ejemplo de micorrización con Trufa negra, pero no son el único. La Truficultura puede llevarse a cabo a partir de la micorrización de especies forestales adultas como la encina (Quercus ilex), el quejigo (Quercus faginea) o el avellano (Corylus avellana). En el siguiente vídeo damos respuesta a otras curiosidades sobre la Trufa negra, pero si os interesa realizar vuestro propio cultivo, aquí os dejamos este enlace con todos nuestros consejos: el cultivo de la Tuber melanosporum.
0 comentarios