Los propietarios de bosques nos encontramos cada día con la exigencia que de forma colectiva nos impone la sociedad con demandas en relación con el paisaje, el medio ambiente o con medidas de seguridad en relación con los incendios.
En una Europa tan antrópica los paisajes son creaciones más o menos artificiosas del hombre que los maneja a su gusto buscando los colores y las formas que las masas forestales y los espacios abiertos pueden aportar a una orografía y a unos elementos geográficos allí presentes, por lo que tendremos que aceptar que para gustos se pintan colores.
De forma similar se pide que los bosques cumplan con las demandas de científicos y ecologistas en relación con la conservación y defensa del medio ambiente, como si un árbol no fuera de por si portador de bienes ambientales.
Estas demandas están en muchos casos reñidas con la necesidad que tiene el propietario forestal de crear riqueza tangible que le permita cuando menos mantener el gasto que supone la defensa de eso bosques contra un buen número de peligros o de accidentes que siempre le amenazan (incendios, temporales, plagas, contaminaciones ambientales).
La madera, los frutos, las setas o los pastos son las principales fuentes de ingresos directos, tangibles, que se pueden obtener de forma general en los bosques aunque su rentabilidad sea muy baja; otras fuentes de posibles ingresos quedan desaprovechadas por que no son fácilmente cuantificables y valorizables por la sociedad por lo que se convierten en intangibles. Dentro de estos valores tenemos una gran diversidad de funciones que van desde la producción de oxígeno, de regulador de las aguas, de secuestrador del carbono producido por actividades humanas, lugar de esparcimiento y hasta su función como elemento conservador de la biodiversidad.
La percepción de esta realidad productiva se detecta bruscamente cuando un bosque se quema o se destruye por otras causas y como consecuencia de esto se presentan destrucciones del paisaje natural, erosiones y pérdidas de suelo que son arrastrados a los ríos afectando a la calidad de las aguas potables y llegando a destruir los bancos de cultivo de marisco o aterran inutilizando los pantanos productores de energía o riego. Es entonces cuando el ciudadano medio se percata de la importancia de estos sistemas de vegetación que realizan entre otras una labor protectora del recurso suelo que es un bien escaso y finito.
El valor del bosque se detecta claramente en los entornos de grandes ciudades del que podemos tomar como muestra la ciudad de New-York; en esta ciudad la depuración de las aguas potables supone un elevadísimo coste, por lo que para mejorar esa cuenta se apoya el cuidado de las masas forestales de las áreas de recogida de agua, donde los bosques adecuadamente tratados hacen que la depuración de las aguas sea mas fácil y menos costosa y como consecuencia de este ahorro la ciudad aporta a cambio cantidades de dinero para los propietarios forestales de los montes de su entorno con el fin de que mantengan unas atenciones a sus bosques para que actúen de filtro.
Pero esto que sucede con las aguas puede referirse de la misma forma a la producción de oxígeno que disfrutamos los ciudadanos o la acumulación de carbono en la madera y en los suelos que de alguna forma ayuda a evitar el efecto invernadero relacionado con el calentamiento global.
Pues bien de estos valores intangibles que produce el bosque y que Hifas da Terra viene defendiendo como suyas, el propietario no percibe nada, ni siquiera una devolución o reducción en sus impuestos que le ayuden a realizar sus labores de instalación, mantenimiento y defensa de estos bosques. Las ayudas son escasas y muy condicionadas por unas normas que crea la administración a su medida.
Es importante que si la sociedad quiere disfrutar de los múltiples bienes que producen los bosques aporte ayudas a quién tiene el interés y la constancia de conservarlos para que cumplan las múltiples finalidades de que son capaces considerando que un propietario forestal activo es un defensor del medio natural y como tal merece nuestro reconocimiento.
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