La flora micológica de los ecosistemas forestales

A lo largo del territorio peninsular podemos encontrar una gran diversidad de ecosistemas forestales en los que las condiciones climáticas y edáficas dan lugar a una vegetación muy diversa. Pasamos de los bosques húmedos atlánticos a las dehesas del centro o al maquis mediterráneo y llegando hasta el desierto almeriense. Al mismo tiempo podemos ir desde los arenales y dunas costeras hasta llegar a los bosques alpinos para alcanzar las cimas despobladas de vegetación arbórea de las altas cumbres. En todas estas circunstancias encontraremos una importante presencia de hongos que cumplen con sus diversas funciones dentro de esos ecosistemas y constituyendo la flora micológica de los mismos.
Es difí­cil valorar la actividad fúngica en un ecosistema terrestre por la dificultad de su percepción en el suelo u en otros medios; pero su importancia es tal que Fongel & Hunt  llegaron a ponderar que los hongos podí­an suponer un 50 % de toda la biomasa  existente en algunos bosques de coní­feras de Oregón (USA).
De forma más intensa que con los otros componentes vivos de un ecosistema, en los hongos estamos descubriendo constantemente nuevas especies; solamente tenemos identificadas mundialmente menos de cien mil del posible millón y medio que se calcula que pueden existir.
La dinámica de estos ecosistemas hace que se presenten especies nuevas y que otras desaparezcan. Las primeras pueden ser introducidas a través de planta o de materiales que llegan de largas distancias; los bosques de coní­feras creados en el pasado siglo fueron acompañados de nuevas especies micorrí­cicas que hoy forman parte importante de los mismos; uno de estos ejemplos lo tenemos en Galicia donde Tricholoma equestre y T. portentosum, conocidos como “tortullos”, entraron acompañando Pinus pinaster procedente de Portugal a partir del inicio del siglo XVIII. Al mismo tiempo podemos observar como ante la entrada de especies arbóreas nuevas como Eucalyptus globulus algunos hongos superiores micorrí­cicos, Tricholoma y Cantharellus, se adaptan a vivir asociados a ella después de bastantes años.
En casos menos esperados podemos encontrar especies fúngicas que pasan de un hemisferio al otro; pudimos constatar como en Colombia y Chile una de las especies más presentes en los bosques de Pinus radiata es Suillus luteus; especie micorrí­cica que pertenece a los bosques boreales del hemisferio norte y que se adaptó muy bien a vivir en unas condiciones tropicales donde la estación de crecimiento no tiene interrupción por lo que sus producciones de setas son elevadí­simas.Instalaciones de Hifas da Terra

En otros casos el salto de estos hongos es de continente a continente como parece que sucedió con Tricholoma magnivelare, propio de los bosques del Pací­fico norteamericano, que en la actualidad se cita en los paí­ses escandinavos donde se introdujeron pinos procedentes de USA.
Al mismo tiempo que esto sucede también se puede producir lo contrario con especies que desaparecen por diversas razones; la fuerte deposición ní­trica, resultante de la contaminación ambiental, puede llegar a causar la desaparición de muchas especies y un buen ejemplo de esto es el Catharellus cibarius que se inhibe de sus funciones simbióticas en ciertos bosques de Europa por la abundancia de estas precipitaciones nitrificantes que pueden alcanzar los 15 kg de nitritos por ha y año. En otros casos especies como Amanita cesarea desapareció, casi totalmente, de áreas de Galicia donde antes se mencionaba con cierta abundancia. Estas desapariciones puede que estén relacionadas con el cambio de condiciones climáticas o culturales que afectan al ecosistema.
Con todo esto podemos concluir que la dinámica de los ecosistemas forestales ya no depende solamente de las condiciones creadas por fuertes cambios climáticos que sucedieron a lo largo de miles de años (paleoclimas) o de perí­odos más cortos de tiempo, si no que también influye de forma decisiva la transferencia cada dí­a mayor de materiales y medios de un lugar al otro del mundo que realiza el hombre.
Esta situación imparable afecta de forma importante a estos ecosistemas pero la preocupación ecológica por lo mismo es mí­nima por la difí­cultad de su percepción; en esta situación es importante defender los ecotipos de las distintas especies fúngicas aislando y manteniendo en un banco de germoplasma  al menos las especies más interesantes por su productividad o por su peligro de exterminación.
HIFAS DA TERRA SL mantiene un banco clonal de algunas especies de saprófitos y micorricicos pero consideramos que por su importancia y coste esto debe ser una labor del estado a realizar a lo largo de muchos años en los centros de investigación.

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